jueves, 12 de agosto de 2010

Piedras


Un maestro zen recibe la visita de un grupo de filosofos occidentales. Vienen a compartir su sabiduria, sus conocimientos cientificos sobre el cerebro, la evolucion, las necesidades humanas, los ideales, el realismo... Y le traen un regalo, una piramide de maslow bellamente trabajada, formada por diferentes pisos de marmol, cada uno de un color. Un piso rosa, el otro negro, el otro con vetas doradas... Y en cada piso estan grabadas las necesidades del ser humano. Cada piso esta separado del superior por cuatro pequeñas columnas hechas con monedas, que representan el coste del esfuerzo en ascender hasta el siguiente nivel de la piramide. En la cima, la cuspide es una pequeña piramide de oro macizo, que lleva escrito en un tipo de letra mas pequeño por la falta de espacio, la palabra AUTORREALIZACION.
El maestro atiende amablemente a sus invitados, que le exponen el motivo de su visita. Despues de haberle expuesto varias teorias, comentado algunos descubrimientos cientificos que avalan la seriedad de sus postulados, y compartido unos momentos de relajacion, revelan la piramide, que estaba oculta bajo un paño rojo de seda, y le hacen entrega de tan magnifico regalo.
El maestro se queda observando atentamente la piramide mientras le explican el significado de cada peldaño, y le hacen una pregunta al finalizar, la cual esperan sea respondida escuetamente, dada la irrefutable serie de explicaciones que han acompañado a la visita de los filosofos occidentales.
"Maestro, hemos empleado nuestra sabiduria y conocimientos en esta teoria de la evolucion humana, no es cierto que es la mejor forma que existe de comprender que es lo que nos motiva y nos convierte en personas autenticas?"
El Maestro sonrie ante la pregunta, y les contesta a su vez con otra.
"Agradezco su regalo. Permiten que les responda con una pequeña demostracion?"
Los filosofos aceptan encantados. Han oido hablar de los trucos zen, de las explicaciones extrañas, de los ejemplos insolitos.
El Maestro se levanta, le saluda con una reverencia y les pide que aguarden un momento. Sale en direccion al jardin interior de la casa, y regresa con dos objetos en la mano. Uno de ellos esta envuelto en una cuerda, el otro es una gran piedra ovalada blanca, de varios kilos de peso. El maestro, siempre sonriente, deja el lio de cuerda en el suelo, y levantando sobre su cabeza la piedra blanca, la lanza sobre la cuspide de la piramide, rompiendo todos sus pisos y provocando un estruendo considerable, ademas de la sorpresa y el susto de los alli reunidos. Despues, observando que su piedra no ha sufrido ningun daño, la recoge de entre los escombros de la piramide y la deposita con cuidado a su lado. Se sienta entre la piedra y el ovillo de cuerda, y se dispone a hablar.
"Señores, las piedras son piedras."
A continuacion, saca de entre el ovillo un objeto de forma redondeada, pero con un extremo acabado en punta. Comienza a liar el extremo de la cuerda en la punta, y al acabar lanza el objeto, que es una peonza, dejandolo girar delante de sus invitados.
"Lo necesario para que el mundo gire es el movimiento... y el punto de apoyo correcto"
El maestro entonces se levanta, hace una reverencia, y se marcha a colocar de nuevo su piedra en el jardin, mientras los visitantes observan como la peonza gira y gira...

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